No cabe duda de que la animación
española pasa por un momento dulce, no sólo por la candidatura de
algunas películas recientes a importantes premios cinematográficos sino
porque, de forma progresiva e in crescendo, van aflorando en las
carteleras del país más títulos animados, ya sea para público infantil o
adulto. Pequeñeces, en ocasiones, o proyectos de más envergadura, copan
una proporción cada vez mayor en el cine del país, ya sea en forma de
largometrajes, cortos o series de televisión e internet. Prueba de todo
ello lo son obras como como Planet 51 (Jorge Blanco, Javier Abad, Marcos
Martínez, 2009) o Copito de nieve (Andrés G. Schaer, 2011), que aun ser
más bien irregulares revelan un diamante en bruto que va puliendo sus
vértices y dejando ver su brillo y cada vez más destellos, como lo son
Chico y Rita (Fernando Trueba, Javier Mariscal, Tono Errando, 2010) y la
adaptación del cómic de Paco Roca, Arrugas, dirigida por el novel
Ignacio Ferreras.
La de Ferreras es una película
atípica, que se sale con la suya en un contexto desfavorable
precisamente por su condición de rareza, de producto manufacturado,
arropado por una calidez humana que se percibe desde el principio. La
animación es –voluntaria o involuntariamente– metafórica en este
sentido: su estilo artesanal nos remite a una animación ya marginal,
casi extinta, alejada de los cánones actuales de Pixar o Dreamworks no
por calidad sino por una técnica que aún reivindican grandes nombres de
la animación como Hayao Miyazaki o Bill Plymton, entre otros. Sin
embargo no son sólo los aspectos técnicos los que alejan a Arrugas del
concepto más globalizado del cine de animación; su argumento
costumbrista hace de la sencillez una virtud, con un discurso
crepuscular pero no dramático que habla de la vejez y el alzhéimer sin
caer en lo lacrimógeno, como hiciese en su momento Campanella con la
extraordinaria El hijo de la novia (2001).
Y es que Arrugas es una obra
pequeña y orgullosa, de fácil digestión y por ello, seguramente, ligera
mella y rápida cicatrización. La obra de Ferreras es amable pero menor
en su espíritu, cautivando nuestra atención un rato para abandonarla
después. Y aunque su pecado es más insignificante que sus virtudes, lo
cierto es que la sensación post película es de algo agradable pero
efímero, una obra con alma pero tal vez falta de vigor.
Lo mejor: Arrugas es otra muestra del potencial español en el campo de la animación.
Lo peor: es quizás menos ambiciosa de lo que podría ser.
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