El festival
Nos adelantaba el director del Atlántida Film Fest, Jaume Ripoll, en la presentación, que la principal temática de éste sería la juventud actual, generación perdida de mujeres y hombres de la veintena a la treintena que sufre en estos tiempos, y especialmente, de una crisis que todo lo contamina y que trunca perspectivas, esperanzas, proyectos incipientes y cualquier atisbo de consolidación en las estructuras sociales del presente. Pues bien, da la sensación, después del primer tanteo fílmico de las propuestas del evento, que la selección de films ha sido escrupulosa en ese sentido, rigurosamente confeccionada para representar esta realidad en tanto que compendio de impresiones variopinto pero coherente.
Veintiseis títulos constituyen el festival, tocando esta temática desde diversas ópticas, divididos en dos secciones de doce y catorce películas. En primer lugar tenemos la Sección Oficial, conformada por interesantes obras de habla hispana como Terrados, Lucía, Antes o Zona sur, y en segundo lugar encontramos la Sección Atlas, un repaso a algunos de los largometrajes más interesantes del ámbito internacional de tendencias más bien independientes e indies. Obras como la americana Bellflower o la danesa Everything Will Be Fine –que tuvimos la oportunidad de ver en el Festival de Sitges–, la iraní The Green Wave, o la australiana Toomelah forman parte de esta sugerente selección de joyas que todos los internautas están en disposición de ver desde el pasado 4 de abril hasta medianoche del 4 de mayo a través de la página web organizadora, Filmin.es.
Así es que echándole un
vistazo al catálogo de este año, al que se suman la película de inauguración Alps, de Yorgos Lanthimos, y la de clausura, la celebrada producción
británica Submarine, podemos
constatar rápidamente el notable crecimiento mediático del certamen, que además
de estrenar la obra de Lanthimos una semana antes que las salas españolas,
cuenta con un jurado a la altura con Kike
Maíllo, Àngel Sala, Violeta Kovacksis y Mónica Carmona. No se quedan atrás los
premios; distribución y exhibición en salas de cine de las obras ganadoras de
la mano de Golem, y de Cameo y Avalon en su edición en DVD.
Algunas películas
El Atlántida Film Fest
empezaba con uno de los platos fuertes, la griega Alps, de Yorgos Lanthimos. La
de Lanthimos es una obra más interesante que redonda, digna aunque algo
decepcionante sucesora de la excepcional Canino,
largometraje ganador del premio Un cértain
regard en Cannes 2009 que cautivaba por su fortísima personalidad. Aquí, el
director heleno prosigue con su particular y desangelada descripción de
retorcidos comportamientos humanos hablando sobre una suerte de agencia
especializada en substituir a personas fallecidas imitando sus roles y día a
día, contratados por los allegados del difunto, y los entresijos y mella
psicológica que todo ello supone. Esta singular nueva incursión de Lanthimos
tiene, no obstante, un problema de raíz que su anterior obra había conseguido
ahuyentar, un lunar que lastra esa paradoja que anteriormente le había
funcionado tan bien: hacer creíble lo increíble. En efecto, es la misma
premisa, el punto de partida, donde la brecha entre realidad y ficción se abre
en exceso, resultando después irreparable. Pero tan indigesta es esta pretensión
de realidad como digerible la tragicomedia que Lanthimos domina a la
perfección. Humor negro y sutil se inmiscuye entre líneas de un drama calmo y
glacial, de puntuales arrebatos violentos y ataques de insania que conforman un
conjunto irregular pero destacable de un director con muchas tablas, maestro
del cine en potencia.
Mucho más terrenales son
(casi todas) las propuestas españolas del certamen, adscritas a la principal
temática del Atlántida. Amanecidos, Puzzled Love, Terrados y Un mundo cuadrado
se lanzan de lleno en discursos de juventud y sus inherentes crisis, propias o
ajenas, y desarrollan historias muy diversas sobre este principal eje. Yonay Boix y Pol Aregall dirigen Amanecidos, una película sin ninguna estructura
narrativa determinada que ellos mismos definen diáfanamente al principio de
ésta; «cosas que les pasan a unos amigos escogidas
al azar». Experiencias de diversas índoles discurren por la pantalla para mayor
o menor interés del público, que encuentra en ella una propuesta no falta de
gracia pero quizás sí de gancho. Amanecidos es un ejercicio de estilo que
retrata con agudeza y conocimiento de causa, un documento audiovisual íntimo de
lo que podría ser un grupo de amigos cualquiera, souvenir personal de juventud de desigual interés, como quien pasa
páginas de un álbum de fotos ajeno.
Más cercana, por las circunstancias que
describe, es la ópera prima de Demian
Sabini, que dirige, actúa y escribe esta curiosa cinta, Lunes al sol
revisados y actualizados. Sabini narra metamorfosis personales en tiempos de
metamorfosis globales, la crisis y sus escalas, centrándose en un grupo de
amigos en paro que pasa los días en terrados barceloneses tomando el sol, hablando
y bebiendo. Terrados es una película sencilla donde las haya, crónica de un
desempleado treintañero perdido en un mar desconocido del que no sabe cómo
salir. La indecisión y la angustia sosegada de quien no sabe hacia dónde nadar
se palpan aquí perfectamente sin caer en discursos sensacionalistas, de forma
natural. Otro extravío, de óptica más peliculera y en otro contexto, cuenta Un
mundo cuadrado, segundo largometraje del director andaluz Álvaro Begines después del musical ¿Por qué se frotan las patitas?. La de Begines es una obra austera,
entretenimiento ibérico sin excesivas ínfulas de mensaje positivo y solvente factura
que habla de un pueblo rural de la Andalucía interior y el malsano microclima
que allí predomina. La película es el relato de una rebelión, alzamiento en
miniatura de un grupo de jóvenes inconformes que, de perdidos al río, deciden
romper con dinámicas enquistadas e injusticias conocidas pero nunca denunciadas
formando una guerrilla de pueblo. El resultado es un film entretenido, ni tan
cuadrado ni tan redondo, al que le falta pulirse y redondear algunas aristas
aunque nada en él estorba ni daña el conjunto
Y con esas que, entre todas, aparece Crebinsky, pirada propuesta sobre nazis,
americanos, y dos hermanos de descendencia ruso-española perdidos en la agreste
Galicia, preludio rocambolesco y alocado del desembarco de Normandía. Por lo
absurdo del planteamiento y las pocas luces del dúo protagonista, Crebinsky
podría haber sido una Dos tontos muy
tontos y el azote de la brisa atlántica, pero no. La ópera prima de Enrique Otero –quien ya había firmado en
2002 el cortometraje en el que se basa, Os
Crebinsky– sale triunfante en la difícil misión de hacer de lo irreverente
interesante, realismo mágico campestre y desenfadado que cuenta, además, con la
inestimable baza Luís Tosar en el
papel de comandante americano.
Aún hay más
La sección Atlas nacía y ampliaba este año
las miras respecto a la primera edición, con trabajos relevantes de los cinco
continentes y especial atención en el indie
anglosajón. Uno de ellos es Bellflower, singularísima película –Premio Joven en
el Festival de Sitges y mejor película en el Festival de cine fantástico de
Málaga– con dejes lynchianos sobre
amores, apocalipsis, dudas existenciales y Mad Max. Evan Glodell rueda con pulso y carácter un thriller onírico en el
que los personajes se mueven tan obnubilados como su trama, confusa y atmosférica
como una Carretera Perdida a o un Mulholland Drive recién salidos del
horno.
En otra cara del mismo país está The Myth of American Sleepover, algo así
como “El mito de las fiestas pijama americanas”. La de David Robert Mitchell es una descripción de la adolescencia yanqui de carácter independiente y sutil
sonrisa, lo que filmaría Larry Clark
en un día de buen humor. Chicos y chicas comportándose como personajes de una
película indie es lo que retrata esta
película indie, claramente
influenciada por el freakismo
simpatiquillo de Spike Jonze, Michel Gondry, Diablo Cody, Jason Reitman
y compañía, empeñados en hacer naturales comportamientos artificiales y
adulterados. Por suerte, Mitchell se modera y sabe llevarlo todo con gracia a un
terreno neutro, generando un cruce de historias intimista y creíble en el que
ni el dramatismo ni la comicidad imponen su ley.
Y hasta aquí la primera entrega de las Crónicas desde la Atlántida. De momento, y haciendo balance, personalmente me quedaría con Terrados y Bellflower como las propuestas, por ahora, más atractivas del festival. Faltan muchas, algunas muy sugerentes, como las británicas Unmade Beds y Submarine, la boliviana Zona sur, la catalana Puzzled Love o la australiana Toomelah, y otras que seguro serán una grata sorpresa. En todo caso, ¡Seguiremos informando!
Y hasta aquí la primera entrega de las Crónicas desde la Atlántida. De momento, y haciendo balance, personalmente me quedaría con Terrados y Bellflower como las propuestas, por ahora, más atractivas del festival. Faltan muchas, algunas muy sugerentes, como las británicas Unmade Beds y Submarine, la boliviana Zona sur, la catalana Puzzled Love o la australiana Toomelah, y otras que seguro serán una grata sorpresa. En todo caso, ¡Seguiremos informando!
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