[Publicat a TuPeli (10/2012)]
Se adivinaba un grandísimo último día de festival en Sitges,
con una programación que olía unánimemente bien y en la que no faltaba
ni el más destacado cine yanqui de ciencia ficción e indie, ni algunas
muestras más del cine asiático más potente, ni varias de las más
celebradas producciones que habían pasado este año por festivales como
Canes o San Sebastián. Ningún ingrediente faltaba en esta traca final
que empezaba tempranito con Looper, lo último de un Rian Johnson (Brick,
2005) que escribe y dirige y cuenta, en esta ocasión, con un reparto de
lujo. Bruce Willis, Joseph Gordon-Levitt y Emily Blunt protagonizan
esta cinta de ciencia-ficción sobre viajes en el tiempo, futuros y
post-futuros, que aúna tics del cine más independiente con aires de
superproducción y puro cine-espectáculo. No se trata, sin embargo, de
una película de enormes dimensiones; Johnson prefiere localizaciones
concretas, escenarios pequeños y una historia con pocos elementos a
embarcarse en una odisea de grandilocuencia desbocada, efectos
especiales a punta pala y horror vacui en general. Se agradece esa
concreción aunque en ocasiones se echa en falta algo más de ambición con
según qué elementos de la trama que tienen un enorme potencial quizás
poco aprovechado. Ello no es un problema, en todo caso, para disfrutar
de Looper, relato repleto de referencias más o menos obvias –desde Blade Runner hasta Akira–, de cuidada estética y alma de artesano, que se erige como una de las producciones de género más destacadas del año.
Acababa de dar la última palmada de mi aplauso para salir dirección
cola, y volver a entrar, justo después, en una suerte de acto sexual en slow motion
en el que cada nueva penetración a la sala es una experiencia distinta,
no necesariamente satisfactoria. La primera lo había sido y quizás por
eso entraba por segunda vez con más reservas para ver un thriller
coreano de ladrones de guante blanco con ínfulas cool y la
molesta pátina blanca de la no violencia. Digo eso porque la violencia
en el cine coreano suele ser un factor importante, estilística, física y
argumentalmente, y la falta de ella puede ser un hándicap en según qué
casos. Iba a pesar de todo dispuesto a pasármelo bien con The Thieves, pensando en una Ocean’s
con rasgos asiáticos, y no me equivocaba. Choi Dong-hun –quien
presentaba la película– dirige al estilo Soderbergh una obra con el giro
argumental como principal razón de ser que pretende ser el colmo del
jolgorio pero que acaba resultando aburrida por reiterativa e
inacabable. No es tanto un problema de metraje como de su insistencia en
no bajar el telón. Hasta tres veces parecería que se termina la función
pero no, siguen los fuegos artificiales que ya hemos visto una y otra
vez y sigue la tópica carrera a ver quién es el más astuto de la manada.
Así pues, lo distraído acaba siendo al fin tedioso en la que, por otro
lado, ha sido la película surcoreana más taquillera de la historia del
país asiático, con 13 millones de espectadores.
Seguíamos así con nuestra última cruzada por Sitges 2012, sin
movernos del continente asiático, para ver lo nuevo del glorificado
Takeshi Kitano, director des de mi punto de vista irregular que es capaz
de regalarnos joyas como El verano de Kikujiro (1999) o inefables cursiladas a lo Dolls (2002), y que vuelve con Outrage Beyond, segunda parte de Outrage
(2010), al cine negro de mafia y yakuzas. Kitano apuesta aquí, como en
la primer entrega, por fortalecer al máximo el guión, hacerlo
protagonista por encima de la acción y crear una compleja trama de
clanes yakuzas, traiciones, alianzas y demás embrollos. El resultado es
notable, interesante aunque algo falto de ritmo –o quizás soy yo y mi
sobredosis fílmica– pero en cualquier caso sólido en su conjunto.
Nada que ver tenía la siguiente entrega del día, Beasts of Southern Wild,
extraña película que nos llegaba con una inmejorable carta de
presentación –triunfó en Sundance, alabada por la crítica y premiada por
el jurado, y todo hacia ella eran elogios– y que ponía la primera
guinda a la enorme, rellenísima tarta llamada Sitges. Destaca, primero
de todo, que Beasts of Southern Wild es una ópera prima con mucha
personalidad. Ni los personajes principales, ni los escenarios, ni los
elementos fantásticos entran en ningún esquema de cine habitual. Todo en
la película de Benh Zeitlin huele a joven y a fresco, sobretodo su
protagonista, la pequeña Quvenzhané Wallis, virtuosa del naturalismo
interpretativo que agarra las riendas del film con asombrosa seguridad.
Pasa, sin embargo, por la rareza del film y por lo áspero de sus
protagonistas, que cuesta sintonizar con lo que el director cuenta, algo
parecido a lo que pasaba la primera vez que veíamos Delicatessen
(1991), ópera prima del ahora célebre Jean-Pierre Jeunet. Por ello
mismo, como en el caso del francés, Zeitlin tiene todos los papeles de
convertirse, a una o dos películas vista, en un destacado cineasta de la
nueva hornada.
Acabaría mi tour de force de cine en Sitges 2012 con una potente
sesión sorpresa que habitualmente deleita –el año pasado fue el turno de
la excelente Killer Joe, de William Friedkin– y de la que se
apropiaba este año uno de mis directores predilectos, el estrafalario
Harmony Korine. Expectativas altas para ver lo nuevo del director
norteamericano a pesar de las malas críticas que había recibido en Canes
por parte de Boyero y demás, algo por otro lado habitual. Korine se
presenta en esta ocasión, y por primera vez, con algunas estrellas bajo
el brazo sumisas a su peculiar parecer para desarrollar una trama basada
en las vacaciones primaverales de las que gozan los jóvenes estudiantes
americanos, aprovechando para el desfase y disfrute del despelote
generalizado. Lo mil veces visto y escrito es en esta ocasión un viaje
sensorial, mero pretexto para proyectar colorido y psicodelia, belleza
en el desenfreno y poesía visual de la futilidad. No se preocupa en
absoluto Korine de la trama; ésta se desarrolla al servicio de la
imaginería visual de su director, que hipnotiza como nadie a base de
electrónica y colores saturados, fosforitos y un guión fumado, de ritmo
deliberadamente marihuano, atolondrado pero mordaz, que deja estampas
como siempre memorables. Cúspides como el momento Britney Spears,
personajes como el de James Franco hecho el gangsta más kitsch de la historia del cine son tan propios de Korine como susceptibles a convertirse en cultos instantáneos.
Lo único que acusa Spring Breakers, y que lo hacía aún más su anterior obra, Trash Humpers
(2009), es el desinterés de su director por los tempos, a los que obvia
en demasía dejando al film sin ritmo alguno, al amparo de sus otros
atributos. Muy potente, en todo caso, lo nuevo de Korine, que fue
recibido con abucheos y griterío en una sala a rebosar para después ser
admirado vía Twitter por buena parte de la crítica y los asiduos al
festival, incluido el director, Àngel Sala, que la colocó, ni más ni
menos, en la primera posición de sus películas favoritas de este año en
Sitges.
Con esto, ya solamente nos queda comentar por encima un palmarés que
premió, esta vez sí, al film más aclamado de la sección oficial, además
del más vanguardista y glamuroso, Holy Motors. La película de
Léos Carax, con Denis Lavant, Eva Mendes y Kylie Minogue, que tan dispar
acogida recibió en Canes, fue aquí estimado desde el principio por
público y crítica y ya se preveía su presencia entre los principales
premios. Nada que objetar sobre el merecimiento del galardón; Carax
construye en Holy Motors una galaxia con diferentes planetas y todos
ellos tienen interés. Así, la producción gala se hizo con el premio a
Mejor película y Mejor director, mientras que a Chained, de
Jennifer Lynch, se la galardonó con el Premio especial del Jurado y el
de Mejor actor (Vincent d’Onofrio). El principal palmarés lo completaban
la aclamada película británica Sightseers (Ben Wheatley, 2012) a Mejor actriz (Alice Lowe) y Mejor guión (Amy Jump, Alice Lowe, Steve Oram), Headshot (Pen-Ek Ratanaruang) a Mejor fotografía, The Viral Factor (Dante Lam) a Mejores efectos visuales, y Robot & Frank (Jake Schreier) obtuvo el Premio del público.
El resto del extensísimo palmarés de Sitges lo detallamos a continuación.
Premios de la Crítica:
- Premio José Luis Guarner: Holy Motors (Léos Carax)
- Mención especial del Jurado de la Crítica: Berberian Sound Studio (Peter Strickland)
- Premio Citizen Kane al mejor director novel: Brandon Cronenberg (Antiviral)
Premios de la Sección Noves Visions:
- Premio Noves Visions: Rebelle (Kim Nguyen)
- Premio No Ficción: Me @ the Zoo (Chris Moukarbel, Valerie Veatch)
- Premio Pequeño Formato: Crazy & Thief (Cory McAbee)
Premios de la Sección Casa Asia – Anima’t:
- Premio a la Mejor película: Dragon (Wu Xia) (Peter Ho-sun Chan)
- Premio a la Mejor película de animación: Okami kodomo no ame to yuki (Wolf Children) (Mamoru Hosoda)
- Premio al Mejor cortometraje de animación: Fuga (Juan Antonio Espigares)
Premios Méliès d’Argent:
- Premio al Mejor largometraje de la Sección Oficial Europeo Fantàstic a competición: Holy Motors (Léos Carax)
- Premio al Mejor cortometraje de la Sección Oficial Europeo Fantàstic a competición: Eat (Moritz Krämer)
- Premio al Mejor largometraje de la Sección Oficial Fantàstic Panorama a competición: Tower Block (James Nunn, Ronnie Thompson)
- Premio al Mejor cortometraje de la Sección Oficial Fantàstic Panorama a competición: Elefante (Pabl
Premios Brigadoon – Paul Naschy:
- Premio al Mejor cortometraje Brigadoon: Zona de caza (Jordi O. Romero)
- Mención especial del Jurado: La Cruz (Alberto Evangelio)
Premios Carnet Jove:
- Premio a la Mejor película Sección Oficial Fantàstic a Competición: Antiviral (Brandon Cronenberg)
- Premio a la Mejor película Sección Midnight X-Treme: Stitches (Conor McMahon)
Premios SGAE – Nova Autoria:
- Premio a la Mejor dirección: Carles Harillo Magnet (El mal menor)
- Premio al Mejor guión: Carles Harillo Magnet (El mal menor)
- Premio a la Mejor música original: Gonzalo Perales (Big Red Sour Apple)
- Menciones especiales: Stephan Hofmann (El crimen desorganizado), Javier Sanz y Gisela Remolins (Desvísteme), Fran Ramírez (1H92).
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