30 de gen. 2012

Crítica a Route Irish

[Publicada a Tu peli (23/12/2011)]

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Las descripciones históricas requieren siempre un alto grado de compromiso, no sólo con la realidad, sino también con el contexto en el que se llevan a cabo. La narración de un conflicto tiene que ser siempre consecuente y saber contemplar con especial delicadeza todos los elementos que la componen. En este sentido, las guerras son particularmente susceptibles de ser contadas desde la frivolidad, hechos gratamente explotables en lo cinematográfico que se convierten automáticamente en un producto de puro ocio. Sin ir más lejos, la demonización casi irracional que se emplea en muchas películas hacia la Alemania nazi deviene una excusa para reducir conceptos a la mínima expresión, minimizándolo todo al bien y el mal. Grandes nombres del cine han caído en la trampa de la futilidad en lo que a la descripción de conflictos armados se refiere, prescindiendo con mayor o menor intención de la carga de drama real que dicho conflicto ha generado. Hablo de títulos como Malditos Bastardos, La Chaqueta Metálica, con la que Kubrick –a diferencia de su Senderos de Gloria– se deja llevar por la euforia cinematográfica obviando en demasía su responsabilidad como comunicador, o de En tierra hostil, de Kathryn Bigelow, que omite por completo cualquier mensaje o posicionamiento y se beneficia sin pudor de una desgracia que no le es ajena, al igual que lo hiciera Stallone con sus lamentables secuelas de Rambo.

En esta dirección, Ken Loach siempre ha tenido claro su cargo de intermediario entre la realidad y la descripción ociosa, comprometido con los hechos que transmite y dotándoles del correspondiente valor humano, con mayor o menor éxito. Route Irish sigue esta estela al pie de la letra, siendo un thriller de ficción en continuo cortejo con la realidad, en la que el director y su guionista por excelencia se mojan. Esto es, la historia que nos cuentan Loach y Laverty no es de naturaleza contemplativa ni complaciente, sino inquieta e implicada; no rehúye de ser juiciosa ni evita unas denuncias que sin duda incrementan el valor de su conjunto. El argumento nos sitúa en el contexto de la reciente guerra en Iraq y las subyacentes ampollas que de ella van naciendo. Una de estas es la de los contratistas, que acrecientan el conflicto con ejércitos de mercenarios al servicio del dinero, poco más, y entre las que combate el protagonista y su mejor amigo, ambos implicados en un turbulento caso de crímenes de guerra. Con todo, la trama suscita un interés que sin embargo carece en su técnica, poco grácil en el ritmo e impersonal en el estilo, en una conjugación que Loach tiende a combatir con desigual resultado. Si en El viento que agita la cebada o en Mi nombre es Joe las carencias del director pasan desapercibidas, en Route Irish son más evidentes, empequeñeciendo el film e impidiéndole aspirar a grandes cotas.

Así, este último trabajo de Loach, a pesar de ser menos costumbrista, es la continuación natural de la carrera del director, repleta de títulos valiosos tan relevantes por su alto grado de compromiso como discretos en su realización, que no obstante lo erigen como uno de los más destacados referentes del cine social, necesario, trascendente.

Lo mejor: Route Irish corrobora que el cine combativo de Loach nunca claudica.

Lo peor: La técnica, falta de nervio e intensidad.

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