25 de febr. 2013

Crítica a La hija de mi mejor amigo

[Publicada a Tu peli (12/2012)]

Puntuació: 

No cesa ni perdona el espíritu navideño, ese recaudador de bondad en metálico que por muy marginado que seas te insuflan sin contemplaciones durante un mes, tornándose la sociedad una suerte de escaparate monumental de familias reunidas y abundancia, últimamente enrarecido por esa sombra acechante llamada pobreza. Por suerte, nada de eso empaña la enésima película estadounidense sobre la Navidad, comedia que relata los problemas existenciales de dos familias de clase media-alta a pocos días de Nochebuena, muy al estilo de Mujeres desesperadas pero ligeramente más atrevida. Dirigida por Julian Farino –un asiduo de la pequeña pantalla–, La hija de mi mejor amigo es otra demostración de esa obsesión irracional hacia el espíritu navideño, al que buscan con vehemencia cual Santo Grial y que es especialmente visible en las producciones del país norteamericano.

El film de Farino (cuyo título original es The Oranges…) cuenta lo que avanza el título español, es decir un lío amoroso-familiar que se antoja complicado y que plantea una situación como mínimo interesante por atípica, contando además con un notable reparto formado por Leighton Meester –otra habitual de la televisión que podemos ver en Gossip Girl–, Alia Shawkat, Oliver Platt y encabezado por un enorme Hugh Laurie, alias House. Los aires televisivos no son en este caso ningún hándicap; estéticamente da el pego y la trama es resultona, entretiene y saca alguna carcajada, aunque en ocasiones, de tan genuina, es casi incomprensible. ¿Es posible que dos amantes apurados de tiempo vayan a gastar dinero a un casino? Parece ser que sí, como también la loca, loca decoración navideña de sus patios, dispendio infinito de energía y gusto kitsch. Lo más molesto, no obstante, no es el aluvión de lucecillas navideñas sino su pijismo, casi frívolo, proveniente ese mundo paralelo en el que el dinero es lo de menos porque hay de sobra.

Obviando eso, la película se hace simpática, distrae, y confirma además el talento de Hugh Laurie, su magnetismo y dominio del lenguaje no verbal, que es, de hecho, media película. Más allá de Laurie y del resto del reparto, que es sin duda lo mejor del film, poca chicha y menos profundidad de la podría alcanzar una premisa tan sugerente, pero aun así suficiente para pasar un rato agradable durante estas bienqueridas fiestas de planes familiares, alegría, reyes magos, regalicos, comilonas y en definitiva mucho, ¡muchísimo espíritu navideño!

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