4 de febr. 2013

Crítica a La parte de los ángeles

[Publicada a Tu peli (11/2012)]

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El Loach optimista vuelve en el mejor momento, desprendido de moralejas, sencillo y agradable, no sin poso ni regustos amargos. La parte de los ángeles –hermoso concepto– es una mezcla de buen whisky, realidades míseras y la Escocia popular que a menudo hemos visto con Loach, contemporánea y susceptible al pitote global en el que nos encontramos. Loach y Laverty siguen comprometidos, al pie del cañón, con las latencias sociales, centrándose en esta ocasión en un joven postadolescente de Glasgow que se encuentra cumpliendo servicios a la comunidad después de verse involucrado en una agresión. Sin dinero ni trabajo, su novia embarazada da a luz y eso supondrá en ambos un cambio radical, conscientes de las responsabilidades que ello comporta e inseguros de poder cumplirlas.

La parte de los ángeles describe una voluntad que trasciende el espíritu de supervivencia, el inconformismo respecto a una situación que parece enquistada y la desesperada búsqueda de soluciones. En este caso, la salida que propone el dúo dinámico del cine social británico es algo disparatada, pero no importa. No pierden el norte ni se disuelven sus conclusiones, contundentes y esperanzadoras, y tampoco renuncian al humor aunque sea agridulce. Y es que así como en films anteriores –La cuadrilla (2001), En un mundo libre (2007)…– no se permitían ninguna dosis de ilusionismo cinematográfico, en La parte de los ángeles sí que hay un componente ligeramente fantasioso, una historia que sí, pudiera ser real, pero que no se niega el placer de la literatura y sus licencias para llegar al mismo fin. Tampoco cae Loach –nunca lo hace– en el buenismo o los personajes llanos; todo el mundo tiene sus puntos negros y no tiene sentido ocultarlo, y aun así no está de más transmitir humanismo aun en las situaciones más obvias.

La parte de los ángeles es puro gozo cinematográfico, austero, sencillo y diáfano. Es cine-proletario que rehúsa entrar en debates vacuos o pseudointelectualismos, antónimo de las limusinas cronenberguianas o caraxianas y demás pretensiones sobre ruedas. Habla de lo que hay, disfruta de un buen whisky y te dice, sin moralismos, que la vida, a veces, te puede sonreír.

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