
Puntuació: ★★★★★
El anterior trabajo de la directora californiana Kathryn Bigelow, ganador de los Oscars a Mejor película, dirección y guión, entre otros, tenía un grave problema que no pareció trascender entre la Academia ni los círculos de críticos, que la enaltecieron incondicionalmente. En tierra hostil (2008) acusaba, sin embargo, de una alarmante falta de peso dramático, de relevancia en una trama inusualmente ligera, casi anodina, en la que todo se debía al sentido del espectáculo. Su falta de gravedad ante unos hechos tan recientes era algo casi frívolo, fácilmente irritante ya no por su norteamericanísimo punto de vista, sino por el desinterés hacia cualquier víctima, por la desidia hacia lo no espectacular, lo antiestético de una guerra. Bigelow hizo de su film un emblema del prodigio técnico, en total contraste con su oquedad argumental, que tomaba la reciente Guerra de Irak como pretexto para demostrar más fuerza que maña con un espectacular show de pirotecnia cinematográfica.
El guion lo vuelve a
firmar el escritor y periodista Mark Boal, autor las dos últimas películas de
la directora y de la espléndida En el
valle de Elah (2007), de Paul Haggis, con la que empezaba un particular doctorado
sobre las interioridades del departamento de defensa norte-americano, siempre
cercano pero crítico; lo que Clint Eastwood a su país. Y es que de hecho la
trama de La hora más oscura es totalmente periodística, un transcurrir que
describe sin juzgar y documenta con inevitable subjetividad, pero no simplifica
ni banaliza. Bigelow, por otro lado, pone toda la carne en el asador ofreciendo
de nuevo un compendio de imágenes bien rodadas, dirección perspicaz, puro
nervio y energía para un thriller bélico lleno de grandes escenas,
grandilocuencia fundada y, sobretodo, desecho de gratuidades.
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