31 de des. 2012

Crítica a La pequeña Venecia

[Publicada a Tu peli (10/2012)]

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Causa estragos, una vez más, el paso al castellano del título de una película. En esta ocasión le ha tocado a la italiana Io sono Li, en lo que más que traducción es un rotundo invento; llega a España el film rebautizado como La pequeña Venecia, algo que no sería especialmente relevante si no fuera porque delega el protagonismo a una ciudad en la que ni tan siquiera transcurre la acción y lo relega a quien reivindica el director, la inmigración y cultura chinas, a las que hace algo menos impermeables.

Títulos aparte, vuelve a asaltar la ópera prima de Andrea Segre la temática de la inmigración y los cócteles culturales, que últimamente nos ha dado un par de títulos interesantes, como El Havre (Aki Kaurismäki, 2011) y Terraferma (Emanuele Crialese, 2011), aunque en este caso todo ello es menos evidente y más circunstancial. La pequeña Venecia no se centra tanto en el fenómeno de la inmigración en sí, sino más bien en un encuentro cultural, muy concreto y personal, en el que hay pequeñas colisiones y también puntos en común, y en ese sentido sería más bien un Gran Torino a la italiana. Si bien es cierto que la historia de las dos personas antónimas que inesperadamente conectan no deja de ser un guión ya muy visto –especialmente en el cine europeo, y muy especialmente en el francés–, lo trata Andrea Segre con tanta sencillez que cuesta reprocharle nada al respecto. El argumento: una mujer china trabaja en Italia bajo el manto de una mafia de visados esperando el día en que pueda traerse a su hijo a vivir con ella. En uno de los trabajos que le asignan, de camarera en un bar de pescadores de la ciudad de Chioggia, conoce a un viejo pescador jubilado con el que entablará una relación, digamos, paterno-filial. De ahí, el rehuir de la soledad, el descubrir y el redescubrir, el afecto, la contención, y poesía. Nada que no hayamos visto antes y no obstante fresco, oliente a mar y a recién pescado y apuntalado por dos grandes papeles protagonistas, el de Zhao Tao –ganadora del premio David di Donatello– y el del polifacético y plurilingüe Rade Serbedzija.

Agradable pequeña obra la que nos regala el director italiano, que además nos aproxima un poco más a un mundo pudoroso y reacio a la mostrarse, siempre interesante por desconocido. Con todo, y a pesar del título, La pequeña Venecia bien vale una bueno ojeada, film que nunca está de más, de dosis exactas medidas para dejar un rastro ligero pero duradero.

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