29 d’abr. 2013

Crítica a Gangster Squad

[Publicada a Tu Peli (02/2013)]

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Empieza a quedar lejos la gloria del cine de gánsteres; llegan a la televisión con fuerza pero merma su presencia en un cine que los echa de menos, no sólo en el blanco y negro de El sueño eterno, El tercer hombre y compañía sino también en su versión setentas u ochentas, la de los Coppolas, De Palmas y Scorseses. Sobreviven reminiscencias, directores como Michael Mann que insuflan algo de vida al género, aunque últimamente es innegable que el cine pierde terreno respecto a su hermana menor. Ante eso, la gran pantalla responde con esta producción, tan puramente cinematográfica como por desgracia malograda, film entregado a los tiempos modernos de trama expeditiva y personajes guays reunidos en una especie de Ocean’s versión polis versus mafia.

Ambiciona muchas cosas la nueva película de Ruben Fleischer pero sólo las que parecen motivar más a las grandes majors salen airosas en el trabajo del joven director: la reunión de cabezas de cartel, con Gosling, Stone, Brolin y Penn, la abundancia de tiros y demás pirotecnia, y el enaltecimiento, por último, de los American Cops, inquebrantables servidores de la ciudadanía, delatan hasta qué punto se amolda el film a los cánones de lo más descaradamente comercial. Ante todo lo demás, ante el reto mayor que por medios podía afrontar la producción, ésta se muestra rácana desde el principio, conformista con su condición de precocinada. Y no sólo eso. Gangster Squad sufre también de un problema de indefinición; posa dubitativo entre la chicha y la limoná hasta carecer de ambas. Por un lado sigue la onda gamberra de Zombieland, pero los gánsteres no son zombis, ni aportan esa facilidad para la escatología gore ni el humor visceral y modernillo tan genuino de Rodríguez, Tarantino o el Guy Ritchie inspirado. Por otro lado, quiere beber de ese exclusivo manantial que es el style cuarentero y, claro, se lo impide un Bogart que lo guarda con celo. Sólo Sean Penn y sus enormes tablas construyen con total autosuficiencia un personaje con aura, un villano memorable que da más miedo que el Penn bruto de Mystic River, algo que no pasa con las actuaciones de las nuevas perlas hollywoodienses, que sin ser nada desdeñables no consiguen reflotar el apocado argumento.

En lo que sí que brilla la película y también su director es en lo estético. Fleischer es un excelente creador de imágenes, virtuoso que pisa fuerte siguiendo los pasos de Christopher Nolan o Zack Snyder y que seguro dirigirá algunos de los grandes hits venideros. Triunfa en lo visual con una técnica sólida y fresca, tan magnética como la de su ópera prima, y compensa, en parte, la falta de gancho del guion de Will Beall, aunque ello sea insuficiente para un conjunto muy resentido del esquematismo y escaso ingenio en sus diálogos y desarrollo. Entonces, ¿vale la pena? Bueno, es una película entretenida, ligera y onomatopéyica de pows, smuaks y arghs, tan amena como alejada, a años luz, de cualquiera de sus presumibles referencias, y tranquilísimamente acomodada entre las almohadas del éxito asegurado.

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